ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: JUEVES 29 DE MAYO

Mi respeto a los jugadores

Sería muy fácil y muchos lo harán, comenzar a colgarse medallas indicando que después del partido de ayer quedó meridianamente claro que Juande Ramos no tenía nada que ver con el apasionante fútbol que despliega el Sevilla y que Jiménez será válido para desempeñar el mismo papel. Sería muy fácil comenzar a desplegar un mensaje populista dirigido a otorgar a Manolo Jiménez el éxito de ayer contra el Valencia. Es muy fácil ese discurso. Pero lógicamente yo no lo voy a hacer porque es claro entender que en dos o tres días que llave Manolo Jiménez al frente de la plantilla no puede haber hecho mucho más que mantener el sistema intacto que tenía el equipo. Así lo hizo y todo salió a pedir de boca.

Y es que los verdaderos artífices del espectáculo vivido ayer son los jugadores profesionales de los que tenemos el inmenso placer de disfrutar. Quiero mostrar mi enorme orgullo y sobre todo mi respeto a estos profesionales que ayer demostraron que, al margen de quien sea el inquilino del banquillo de Nervión, cumplen a rajatabla con su obligación. Muchas gracias de corazón a ellos y repito, todo mi respeto. Sigo besando por donde pisan.

Era el día de ayer un día muy importante. Si ayer el Valencia nos hubiera ganado habríamos comenzado nuestra primera semana de pasión. Pero no ha sido así y para olvidar la indigna huida de Juande Ramos lo mejor era un resultado así. Y el hecho de tildarla como indigna no significa que no entienda que se haya ido. Que levante la mano quien no lo hubiera hecho. Pero una cosa es comprender las cosas y otra bien distinta aceptar con agrado que todo sea una selva y que la dignidad tenga precio. Y lo tiene, vaya que si lo tiene.

Escuché ayer en un programa de radio que en el deporte profesional americano existe una norma semioficial que todos acatan. Parece ser que si un deportista recibe una oferta de otro club que duplica sus emolumentos el deportista tiene derecho a irse siempre y cuando su club no la iguale. Es esa ley de la selva pero hecha norma.

Insisto en que la política de Del Nido entorno a la no imprescindibilidad de nadie acarreará este tipo de problemas. Esa política de contención de gastos, que no digo que sea errónea, traerá problemas de este tipo porque cuando un equipo se instala en la élite y sus futbolistas comienzan a ser figuras contrastadas, comienzan los cantos de sirena y las ofertas suculentas a lo que el club debe reaccionar para no perder a sus mejores efectivos. Si no reacciona y pone por delante el absurdo orgullo y la prepotencia la figura se va y al final el que sale perjudicado es el propio club. Y reaccionar a los cantos de sirena buscando que no se marche tu jugador o tu entrenador no es claudicar. Al menos yo lo veo así. El fútbol de altura se mueve así. Ahí pueden ver por ejemplo las veces que le han revisado ya el contrato a Ronaldinho.

Ayer disfruté como nunca en mi estadio. Fue maravilloso ver el espectáculo del césped pero también el de la grada. Me sentí muy orgulloso de la reacción del sevillismo que lejos de insultos y malas formas adoptó un silencio inteligente en torno a Juande Ramos, como si nunca hubiera pasado por aquí. Tuve la sensación de que el sevillismo ayer puso en la balanza de la razón los pros y contras del técnico y la balanza se mantuvo en un equilibrio perfecto. Ni para un lado ni para otro. Magnífico el sevillismo.

Sobre Jiménez debo decir que deseo con todas mis fuerzas que triunfe porque su triunfo será el nuestro, el de nuestro equipo. Pero lo de ayer no será para mí un termómetro válido en dicho sentido. Ayer el equipo jugó por inercia. No creo que nadie dude de ello. Pero si extraje una importante conclusión ayer por la noche. Anoche se comprobó que el equipo recuperó alegría y garra. Estas cualidades las había perdido el equipo últimamente. Hace unos días escribí un post un tanto pasteloso en el que hablaba de que cuando el amor se va sufre el entorno. Advertía sobre la posibilidad de que Juande ya no estuviera aquí feliz, de que su mente estuviera en otro sitio. Esa desgana podría estar afectando al equipo porque el cambio apreciado ayer fue radical. Si esto es así Juande se tenía que haber marchado en verano, cuando la famosa reunión del Alfonso XIII. El presidente lo convenció para que se quedara y eso fue un error. Máxime alardeando él de que nadie es imprescindible.

Déjemos caminar al Sevilla de Jiménez. Pero yo, repito, no me voy a subir al carro de la euforia por el partido de ayer. Yo voy a esperar porque tendrán que venir las derrotas y ahí hay que ver reacciones. Además, cuando se fue Joaquín Caparros del Sevilla, muchos sevillistas indicaban que el de Utrera había tocado techo porque sus conocimientos futbolísticos no daban para manejar al equipazo que el club estaba organizando. Ahora no podemos cambiar el discurso con respecto a Jiménez. Yo deseo de corazón que triunfe el bueno de Manolo voy a tener los pies en el suelo como siempre.

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