ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: JUEVES 29 DE MAYO

Suerte Juande. Por Agustín Embuena Romero.

Lo ha repetido hasta la saciedad mi presidente, D José María del Nido: Los futbolistas y los técnicos, son profesionales y no se les puede pedir que sientan los colores. Y tiene razón. Por lo tanto, desde esta premisa, la decisión del hasta ayer entrenador del Sevilla, es lógica al extremo. De una sola atacada, garantiza la estabilidad económica de su familia y además, coge a un equipo histórico de la liga inglesa que no pasa por sus mejores momentos.

No obstante, su opción daña gravemente las posibilidades y expectativas del club que le dio confianza y prestigio. A nadie por poco que entienda de deporte de competición, se le escapa el detalle. No solo deja en el aire la estructura y los planteamientos estratégicos de su manera de ver al equipo, además se lleva a su preparador físico, con lo que los picos de máximo rendimiento y la planificación anímica y musculo esquelética de los jugadores durante la pretemporada se van al garete, por no ser más coloquial y decir que se van a hacer puñetas.

Es decir, que a pesar de todo, asumiendo eso tan original que afirma en su carta de despedida a la afición, a la que regatea una rueda de prensa y reconduce a su página en internet, eso del tren que solo pasa una vez, de su sufrida vida deportiva, de su especial cariño a Sevilla y a la afición sevillista, no pasan de ser tópicas excusas de quien se va mal y por la puerta de atrás.

¡Claro que el Sevilla es más que un entrenador! Faltaría más, ¿y qué? Eso nos va a ayudar a la hora de recibir al Valencia, va a generar confianza en nuestros jugadores para afrontar la clasificación de la siguiente fase de Champions. No

Definitivamente, lo que hace Juan de Ramos es una guarrada. Olvida a los miles de sevillistas que corearon su nombre, que aguantaron horas por retratarse con él o simplemente por poder gritarle su ánimo y su agradecimiento. Olvida simplemente que el fútbol no solo mueve dinero, sino que además se apoya y se basa en sentimientos. Esto último, a veces de difícil explicación, pero de un valor incuestionable.

Lo cortés no quita lo valiente. A pesar del enorme daño que su decisión me causa, le deseo suerte. Es más, le deseo que se cumpla, lo que a modo de introducción escribe en su web

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