ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: JUEVES 29 DE MAYO

VIVENCIAS DE UN SEVILLISTA EN HELIÓPOLIS. (BETIS 0- SFC 2).

A las 17.32, mientras veía el desenlace de la Premier League en casa, un familiar bético llegó a mi casa preguntando si quería ver el derbi con más familia en el campo. Me armé de valor (deje los distintivos sevillistas en casa excepto mi móvil con el Himno del Arrebato y mis llaves con el escudo del llavero) y cogí el coche para ir a la Avda de la Palmera a apoyar a mi Sevilla F.C.

El Sevilla F.C. tenía que agotar las últimas opciones de entrar en Liga de Campeones y yo quería vivirlo desde cerca. Un poco nervioso entre tanto bético fui con parte de la familia hacia el estadio. Pedía al cielo que no me reconociera nadie porque se podía liar algo gordo (locos hay entre todas las aficiones) y estaba en territorio “comanche”. Gracias a Dios pudimos acceder a las inmediaciones del estadio y pude escuchar los insultos que recibía el autobús del Sevilla F.C. a su llegada al estadio. Llegaban los de ROJO.

En la previa me alegró la vista el rojo intenso de las azafatas de Cruzcampo (¡vaya cuerpos!) que repartían publicidad del Betis. Accedimos al estadio pronto y pude ver el calentamiento del equipo al completo (en la web colgaré algunas fotos) mientras los aficionados béticos se metían con nuestros jugadores (lo lógico en los derbis).

Cuando empezó el partido me sentía como una hormiga en la inmensidad de un campo de fútbol. Mi moral se venía un poco abajo al no poder animar al Sevilla F.C. (lo primero era mi seguridad), pero me inyectaron en vena una dosis de ánimo grande los sevillistas que por momentos callaban con sus cánticos a los aficionados locales. Parecía que un trozo de Nervión se había mudado al otro lado de la ciudad.

El 0-1 de Luís Fabiano dejó a la grada bética tocada y a mí con una felicidad por dentro que no pude explotar entre tanto aficionado rival. Estaba intranquilo, no dejaba de comer pipas (al final cayeron 2 paquetes y medio), pensaba que en esta nefasta temporada 07-08 no íbamos a romper la mala racha de ganarle al vecino en su casa.

Pero este Betis no está para muchos trotes e incluso algunos aficionados ya reconocían la superioridad del equipo de Nervión. Me fui tranquilizando con el paso de los minutos, pero seguía recibiendo miradas extrañas por no protestar al árbitro o no animar a los de verde. Lo curioso es que tenía a un paisano en cada bando (Jiménez y Fernando Vega).

Con el gol de Fazio el partido se acabó y comenzó la fiesta sevillista (amarga por la victoria del A.T. Madrid en el Calderón) entre olés y olés por parte de los irreductibles sevillistas que animaban a los Palop, Drago y compañía. Empezó a llover y la grada bética comenzó a desfilar entre la alegría a medias de los sevillistas y el juego preciosista de los hombres de Jiménez. Muchos toques al balón y los de Chaparro detrás del esférico un buen rato.

La familia bética me reclamaba para irnos (lloviendo y sin paraguas) pero tuve el último regusto de sabor dulce al ver el tiki-taka famoso del Sevilla de los dos últimos años.

Lo dije en voz baja. ESTE EQUIPO NO HABÍA MUERTO, SIEMPRE ESTUVO AHÍ LO QUE PASA ES QUE ESTABA DORMIDO.

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